-Comienza.-dice Mayka mientras se sienta en
la mesa.
Hoy para comer tenemos lasaña. Cada una
tenemos una gran porción de esta en el plato. Rocío coge aire.
-Pero… todo comenzó a noche.-parece que se disculpa.
-¿Anoche? ¿Os besasteis anoche? ¿Cuándo?
–preguntamos casi al unisono.
-No, no. No nos besamos anoche pero ocurrió
que…
-Cuéntanoslo todo.-exigimos todas.
Entonces comienza.
[Narra Rocío]
Cojo aire y me relajo. Intento recordar el
comienzo de todo esto.
“-Ahora
vengo.-dice Cristi mientras se levanta.
No
deja de mirar el móvil y sube las escaleras. Las demás han seguido hablando con
los chicos.
-Entonces,
el hombre no te pego de milagro, ¿no? –le pregunto a Louis.
Hay
que tener poca vergüenza para decirle a una señora eso. Pero admito que es
gracioso.
Una
sonrisa se me escapa. Y miro a Dylan. Este sin mirarme se levanta de su
asiento.
-¿Cuántos
vasos traigo? –pregunta a Niall.
-12.
-No
13.-responde Liam mientras hace recuento.
Comienza
a andar hacia la cocina. No pierdo nada, por lo que me levanto. Comienzo a
andar hacia la cocina. Cuando abro un poco la cortina me entran mariposas en
mis extremidades.
¿Qué
estoy haciendo?
-Hola.-dice
dulcemente- ¿Pasa algo?
-No.-carraspeo-
¿Puedo ayudarte?
Sin
esperar su respuesta entro y comienzo a colocar los vasos de una manera en la
que me sean fáciles llevarlos.
¿Y si
le insinúo ahora algo? ¿Es buena idea si le digo ahora lo que siento?
No,
lo dudo. Aunque, bueno, puede que al llevarnos bien no sea tanto drama.
-¿Te
pasa algo? –me pregunta.
Al
hacerlo me coge un poco por la barbilla y la levanta suavemente hacia arriba.
Que
me toque me produce más mariposas. Le miro a los ojos, tan azules y pendientes
de mí que me incomodan.
-No.-aparto
la cara de su mano- Simplemente…No sé.
Se
ríe. Que yo sepa no he hecho ningún chiste.
-¿De
qué te ríes? –intento decir lo menos borde que puedo.
-Te
conozco desde hace poco, -aparta la vista y la posa sobre algo lejano a
nosotros. Más tarde, vuelve a mirarme- Pero te conozco lo suficiente como para
saber que estas pensando algo.
Me ha
pillado.
¿Me
invento cualquier cosa o, por el contrario, le digo lo que estaba pensando?
Esto cuesta. Bajo la vista, hacia mis manos.
Sin
esperarme ningún tipo de contacto. Toca con sus suaves manos las mías. Me
sobresalto un poco, y alzo la vista. El no me mira a la cara, observa mis manos
entrelazadas con las suyas.
Un
cosquilleo me recorre la columna. Nuestros dedos encajan a la perfección y me
siento bien entre ellos.
-Solo
estaba pensando…-comienzo a decir sin pensar- En…-¡No lo digas, no es el
momento!- …Lo bien que me haces sentir…
Lo
dije. Me lleve la contraria. No controle mis actos, y lo dije.
Dylan
alza la vista, una pequeña sonrisa le sobresale por la comisura de los labios.
No se ha enfadado.
Sus
manos comienzan a acariciar las mías, y no puedo evitar oprimir una sonrisa.
-No
te preocupes, -comienza- yo…
-¡Chicos!
¿Me he dejado ahí el móvil? –pregunta Harry asomando su cabeza a través de la
cortina.
Como
primer impulso suelto sus manos. Y me las guardo en los bolsillos. Creo que
Harry no ha visto nada, está mirando el suelo mientras busca el móvil.
-No
está aquí Harry…-le contesta Dylan con una pizca de pesadez.
Antes
de que Harry pueda decir algo, cojo todos los vasos de plástico posibles y
salgo de la cocina. Me siento como una especie de cobarde, pero sé que no es
así. Seguramente Dylan se estaba preparando para rechazarme.
Cuando
salgo de la cocina veo que todos están ya sentados, Harry se acerca
glamurosamente a la barra del bar y la rodea.
-No
me has dejado acabar.-me susurra Dylan al oído.
-No
había nada que acabar.-digo de manera cortante.
Lo
digo con más seriedad de la que quiero. Me sorprendo a mi misma ya que no
quería habérselo dicho así. Me giro un poco para intenta arreglarlo pero Dylan
pasa por mi lado.
No
roza mi hombro, ni intenta mantener ningún contacto conmigo en lo que queda de
velada”
-¿Por qué no nos lo contaste? –le pregunta
Laura.
-Quería contároslo pero, -se queda
pensativa- No sabía cómo.
Todas la miramos.
-Bueno, ¿me dejáis contaros lo feliz? –le
sale una sonrisa de oreja a oreja que es imposible que no te la contagie.
Un ¡Claro!
Por parte de todas es suficiente para que siga.
“Las
nueve y cinco. Acabo de salir de mi clase de Lenguaje musical y en nada
comienza mi próxima clase. Armonía.
Dylan
me ha enviado un mensaje hace menos de un minuto, quedábamos a la salida del
auditorio donde debe de encontrarse él.
El
profesor debe de estar enrollándose demasiado porque no ha salido aun nadie.
Vuelvo
a mirar mi reloj por tercera vez, si vuelvo a mirarlo en menos de dos segundos
me voy a tener que ir porque me estoy poniendo nerviosa.
El
pasillo, de suelo de madera y numerosos cuadros en las paredes, esta desierto.
No se escucha nada tan solo mi respiración.
Se
escucha una cerradura, deben de haber acabado ya. El primero en salir es un
chico joven y como un fideo que carga con un violonchelo. Sale un grupo de
chicos que tocan la trompeta mezclado con las chicas que están en percusión, y
luego él.
Viene
corriendo hacia mí, con una sonrisa enorme en la cara. Parece un niño.
-¡Lo
he conseguido!
Es lo
primero que me dice cuando llega a mi altura, me agarra de los hombros y
comienza a zarandearme de atrás a delante.
-¡Conseguí
el viaje!
Abro
mucho los ojos. El viaje.
Pocos
alumnos lo consiguen. Los billetes se les ceden tan solo a unos pocos
afortunados que lo profesores consideran como aptos. Y Dylan es uno de ellos.
-¿Te
vas a Nueva Orleans? –le pregunto atónita.
Con
una sonrisa y un gran asentimiento me responde. Me abalanzo sobre él. Colocando
mis brazos alrededor de su cuello. Con cuidado de no darme con el estuche del
saxofón, coloco la cara en el hueco que hay entre su hombro y su cuello. Él
acepta mi abrazo y coloca sus fuertes brazos alrededor de mi cintura.
-Me
alegro.-digo casi en un susurro.
Desde
la cintura me empuja hacia abajo, queriendo que le suelte el cuello.
Qué
vergüenza. Al fin y al cabo no quería que le abrazara.
-Lo
siento.-digo mientras me coloco bien la camiseta.
Dylan
se encuentra mirando el suelo, parece que se esté comenzando a sentir mal.
-¿Estás
bien? –le coloco una mano en el hombro izquierdo.
Cuando
alza la vista la quito, como si me hubieran dado un calambre.
-Ayer
no me dejaste acabar.
-No
había nada que tuvieras que acabar.
-Sí,
cuando Harry se fue no me dejaste seguir hablando.
-Ya
pero.-miro hacia la derecha.
El
pasillo esta ya vacío.
-Cuéntamelo
ahora pero, solo si quieres.-sonrío y alzo las cejas.
-Cuando
nuestras manos estaban entrelazadas me sentí como si…-se escucha una voz
procedente del pasillo.
Es la
voz del director Darlink. Nos quedamos quietos. Viene hablando con alguien
sobre unos papeles que hay que entregar antes del día de Halloween. Vuelvo la
cabeza y veo que cuando acaban las taquillas, antes de doblar hacia la derecha,
hay un pequeño hueco donde ambos cabríamos y donde quedaríamos escondidos del
director. Le señalo a Dylan el hueco y corremos hacia este.
Nos
quedamos muy pegados en el hueco. Sintiendo nuestras respiraciones.
El
director esta cerca de nosotros, pero dura poco ahí.
-Siento
algo muy fuerte por ti.-dice con prisas mientras sale del hueco.
-¿Qué?-se
me escapa.
-Lo
que has escuchado.-dice sin ganas.
No sé
cómo reaccionar. Junto las manos, nerviosa. Dylan me está mirando fijamente,
con una sonrisa amable aparta la vista de mí.
-¿Qué
se debe hacer en estos casos?-pregunto mientras miro el suelo.
Suelta
una risa un tanto amargada.
-En
las películas ambos se dicen que se quieren y se besan…-lo dice de manera que
acaba riéndose.
-¿Te
gustan esas pelis americanas? –alzo mis cejas y comienzo a acercarme a él.
Intento
hacerlo de manera tranquila y de manera en la que ni se le ocurra lo que voy a
hacer.
-Sí.-comienza
a acercarse.
-Bueno
pues en ese caso…-alzo la mano y le acaricio el pelo.
El
comienza a acariciarme la cara. Me pierdo en sus ojos pero me mantengo atenta.
Le doy un pequeño jalón de orejas y salgo corriendo.
-Lo
siento, me gusta más hacerlo a lo español.-alzo un poco la voz, pero sin
gritar.
Como
me pregunte cómo va lo de hacerlo a lo español, voy mal. Ni yo lo sé.
Acelero
hasta llegar a la esquina. Cuando la doblo me veo sola en el pasillo. ¿Pues no
le gustaban las películas americanas? ¿Qué hace que no ha salido corriendo
detrás de mí?
Comienzo
a andar, no sé a dónde ir. Si falto a armonía pierdo apuntes pero, si llego
tarde es aun peor. Se me ocurre ir a ver los ensayos de Silvia.
A
medida que me voy acercando comienzo a escuchar música medio clásica, medio
discotequera. Inconscientemente comienzo a mover la cabeza mientras ando. Llego
a la especie de balcón que da a la saya de ensayos.
Las
plantas superiores están dedicadas a la música y la actuación. Las bajas, al
baile. Entre algunos pasillos hay grandes ventanales desde donde puedes ver a
los bailarines aprender coreografías. Me apoyo en un barandal de madera y
comienzo a buscar a Silvia.
Hoy
le ha tocado ballet, está bailando junto con un chico mientras su profesora,
recta, estricta y de mediana edad, realiza los pasos de la coreografía con
otro.
-¿Alguna
vez me dejaras terminar? –pregunta alguien a mis espaldas.
Dylan
con las manos apoyadas en las rodillas y suspirando, se encuentra a detrás de
mí. Cuando se coloca recto, aprovecho para hablar.
-Es
que, -chasqueo la lengua- quería ver tus reacciones.
Intento
decirlo como si estuviera interesada. Intentando esconder mi miedo y mis
nervios hacia sus reacciones.
-¿Así?
Pues entonces…
Comienza
a andar hacia mí. Dejo de estar apoyada en la barandilla para estar acariciando
su cuello y el mis caderas. Su beso es suave, como si tuviera miedo de que le
rechazara, aunque, ya es tarde para eso.
Despacio,
separa sus labios de los míos, noto como estos aun querían seguir juntos. Apoya
su cabeza en la mía, quedando cara a cara.
-Bueno,
te he besado.-se ríe- Ya puedo buscarme a otra.
Se
separa de mi tan rápido como puede.
-¿Qué?
–Aun estoy atónita- ¿Todo era mentira?
Lo digo
con toda la rabia que puedo.
Me
estaba dando de espaldas por lo que se da la vuelta. No se había separado lo
suficiente de mi por lo que, me coge en brazos. Como impulso coloco las manos
en su cuello.
-¿Con
que al final te gusto? –sube y baja las cejas mientras me deja en el suelo.
Le
pego un manotazo en el hombro.
-No.-digo
con aire de superioridad.
-¿A
no?-se acerca a mí.
-No.
Desvío
mi mirada hacia los bailarines, Silvia estaba mirando hacia arriba por lo que
me saluda con un gesto sutil y apenas notable. Dylan se acerca a mí, me gira
con delicadeza y pega sus labios a los míos, esta vez más tranquilo, más seguro
de que lo que ambos sentimos es lo mismo.
-Bueno,
puede que me gustaras un poco.-le digo cuando ya nos hemos separado.
-¿Un
poco nada mas?
Esta
a dos centímetros de mi, pero ya no estoy nerviosa, ni siquiera tengo miedo.
-Un
poco, -carraspeo- comparado con los que me gustas ahora.
-Ohh…-se
ríe- ¡Que ñoño te ha quedado!
Me río.
-Ya
lo sé.
-Ahora
viene la pregunta, -carraspea, mientras, yo me pongo nerviosa- ¿Me prestarías
dinero para el bocadillo?
Creo
que he escuchado mal, debido a la música.
-¿Ehh?
–le pregunto confusa.
-¿Qué
si quieres ser mi musa particular? –pregunta esta vez mirándome a los ojos.
Sonrío.
-Si…-me
entra un cosquilleo en el estomago- me gustaría comprarte un bocata.
Y
riéndonos nos volvemos a besar.
A los
minutos de estar hablando y sentados en el pasillo él se debe de ir, son las
diez menos diez, se nos ha pasado el tiempo volando.
Cuando
dobla la esquina me entran ganas de reír sin razón y me asomo a la ventana para
ver cómo va Silvia.
Todos
están sentados en el borde de la habitación, Silvia se encuentra junto un grupo
de chicas igual vestida que ella. Alza la vista. Me ve y, haciendo un gesto con
el ojo y sacándome la lengua, me deja claro que me ha visto.”
-¡Ahhh! –gritamos todas.
-¡Rocío tiene novio! ¡Rocío tiene
novio!-cantamos.
La comida esta templada, más bien casi fría.
Ninguna ha tocado su plato para poder estar mas atentas a Rocío y ahora que ha
terminado comenzamos a comer.
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