-Lo siento Lou, -vuelvo
a decirle- pero nos preocupamos por Rocío.
-No es excusa Cristi,
dejasteis el bar a cargo de Tom y los chicos, ¿Para qué trabajáis aquí si no es
para ayudar?
-Lo sentimos, de verdad
Lou, no volverá a pasar.-y lo decía en serio.
Lou. Llevaba hablando
con ella diez minutos, nos fuimos del bar en busca de Rocío, por suerte la
encontramos.
Estaba llorando mientras
iba andando hacia nuestra casa, en cuanto la vimos comenzamos a correr.
Cuando llegamos aquí,
confirme las sospechas que tuve el día que entró en nuestro cuarto y se quedo
sola.
No está bien.
Dylan le ha hecho daño.
Es mi amigo, pero en
estos momentos tengo una rabia enorme en mi interior, siempre decía que amaba a
Rocío, que siempre serian uno. Y a la primera de cambio lo ve con una chica,
besándose, en una terraza de un bar.
Mucho no podría
quererla.
En cuanto Rocío acabo de
contarnos todo, Lou me llamo. No estamos discutiendo, solo nos está llamando la
atención a las tres que trabajábamos hoy.
-Vale, chicas, las tres
que trabajabais hoy, la semana que viene, dobláis el viernes. Me explico, -noto como coge aire- después de que todos se
hayan ido, os quedareis limpiando el bar, hasta que quede más limpio que el
cuarto de alguien alérgico al polvo.
-Vale.-digo desganada.
-Adiós.-se despide.
No me da tiempo de
despedirme cuando ya ha colgado.
Desganada, dejo mi móvil
en la mesa de la cocina, y vuelvo a ir al salón. Rocío no está llorando a mares
como ha ocurrido otras veces, esta sería mientras mira la televisión.
Miro mi reloj de muñeca,
las once. Los chicos deben de haber cerrado hace poco.
-¿Qué te ha dicho? –me
pregunta Mayka mientras me apoyo en el respaldo del sofá.
Suspiro mientras me echo
hacia atrás, cansada.
-Bueno, el viernes
debemos limpiar el bar después de que todos se hayan ido.
Rocío y Mayka suspiran
mientras apartan la vista de mí.
-Y, ¿Sabéis que? –les
pregunto mas ilusionada.
-¿Qué? –Silvia abre los
ojos, mientras se sienta en el sofá.
-Rocío, ¿puedo contar
algo en el que Mister D está metido?
-Si.-una pequeña sonrisa
aparece en la comisura de sus labios.
Pero más tarde se curva
hacia abajo.
-Como curiosidad, Lou me
ha contado que, -escondo mi sonrisa- los chicos le dedicaron la canción a un
extraño grupo llamado Galleta.
Algunas ríen, como Mayka
y Andrea, otras como Silvia sueltan un Ohh
mientras suspira. Laura aprieta sus labios y se cruza de brazos. Rocío no hace
el menor movimiento.
Pero no digo nada.
Se escuchan un par de
golpes procedentes de la puerta.
Nos miramos extrañadas,
pero sin preguntar mucho, me acerco a la puerta.
Me comporto de manera
imprudente, y no miro ni siquiera por la mirilla. Abro unos quince centímetros
la puerta y Dylan y los demás están ahí.
Dylan tiene las
facciones de su cara seria, los demás a su espalda, comentan algo. No me da
tiempo de cerrar cuando Dylan abre los ojos y me ve.
-¿Qué ha pasado? –pregunta
preocupado mientras intenta entrar.
Lo empujo hacia afuera.
-No puedes entrar.-lo
digo lo más seria que puedo.
Me duele decirle eso a
un amigo que en poco tiempo se ha convertido en casi mi hermano. Su cara, seria
y preocupada, me parte el corazón.
Pero entonces recuerdo a
Rocío, lo mal que lo ha pasado estos días, y me da exactamente igual todas las
consecuencias que traiga.
-¿Por qué?-alza las
cajas, arrugando un poco su frente.
Los demás, a su espalda,
me miran.
-Porque…
-¡Cristi, déjales pasar
anda!-dice Rocío.
Su tono de voz no es el
que ha tenido en lo que llevamos de noche, tiene el tono de voz de alguien
alegre y positivo. Tiene su tono de voz.
-Anda, entrad.-me echo a
un lado.
Me siento incomoda con
la mirada que me echa Dylan, pero no me lo tomo en serio. No sabe lo que Rocío
vio. No sabe que nosotras estamos al tanto de todo. Si, está claro. Se lo
perdonare.
Pero hoy no, en todo
caso, mañana.
Harry entra, tímido y
sonriente, en la casa. Le sigue Niall, con una sonrisa de oreja a oreja. Louis
primero me saluda y luego me guiña los dos ojos a la vez.
Me rio por la cara que a
puesto.
Liam entra cantarín y
bailando, y Zayn hace que mi sonrisa desaparezca.
Los moratones y el corte
en el labio hacen que me sienta, de alguna extraña manera, culpable.
Pero mi sonrisa no tarda
en volver, cuando me da un toque en la nariz.
Exactamente igual que en
el sueño.
Cierro la puerta.
El salón esta en
silencio. Ni siquiera los que son parejas se han acercado.
-¿Qué os ha pasado?
–Dylan nos pregunta a todas, pero solo le importa la respuesta de una en
particular.
Nadie de nosotros habla.
Nos quedamos en silencio mientras los miramos a los dos.
-¿Nos podéis dejar solos?
–el tono de Rocío ya ha cambiado.
No preguntamos nada.
Nosotras porque sabemos qué pasa. Los chicos, por pura precaución.
-¿Y dónde vamos?
–pregunta Louis en la puerta que da a las habitaciones.
-A la habitación de
Silvia, Mayka y Andrea. Es más grande.-dice Laura mientras se levanta del sofá.
Comenzamos a andar en
silencio hacia el cuarto. Todos intentamos escuchar algo. Pero, en cuanto entramos
en la habitación de estas y nos disponemos a escuchar a través de la puerta,
escuchamos el portazo que nos confirma que se han “encerrado” en el salón.
Por lo que no
escucharemos nada.
[Narra Rocío]
Me levanto y cierro la
puerta que da al pasillo de las habitaciones.
No quiero que, si
llegamos a gritar, se nos escuche.
-¿Qué te pasa?
Sus manos se juntan
alrededor de mi cintura, y a diferencia de hace unos meses, esta vez me quito
de entre sus brazos.
-¿Quién era esa chica?
–me cruzo de brazos mientras intento que las lagrimas no resbalen por mi
mejilla.
La cara de Dylan, se
oscurece un poco. Se sienta en el sofá.
-¿Qué chica?
Toso para que no se note
que mi tono de voz ha cambiado.
-El otro día, mientras
volvía de la academia, te vi en una terraza con una chica muy guapa.-nos
quedamos en silencio- Y, os estabais besando.
El silencio que hay me
pone nerviosa, me apoyo en la pared, sin descruzar los brazos. Noto como me
arden los ojos al recordar el beso. Y, una lágrima cae.
-Rocío, es solo una
chica de la orquesta.-baja la vista mirándose las manos- Me iba a despedir de
ella, pero desde que empezó el curso, no ha parado de buscar mis labios.-alza
la mirada- Siento que los encontrara.
Noto como la primera
lágrima desencadena otras. Ahora no puedo parar, y me abrazo a mi misma
mientras Dylan habla.
-Siento que lo vieras,
puesto que no paso nada. Pero entiendo que no confiaras en mí. Yo, tampoco lo
hubiera hecho.
Dylan me mira, sus ojos
azulados se clavan en mi cara como si fuera su obligación. Ha tensado la
mandíbula, noto como esta triste. Pero, más triste estoy yo.
Cojo mi móvil de la
mesa, busco el número y ahí está. Maryse.
Cuando los vi ese día me
propuse conocer a la chica sin que supiera quién era.
Tal y como él dice está
en su orquesta, y tal y como ella me confirmo, llevan saliendo desde Año Nuevo.
-Pues dile a la chica
que puede tener tus labios cuanto quiera, que ya no son míos.-le enseño el
móvil- La conocí el otro día. Es una buena novia.-rio de manera ahogada.
Dylan abre los ojos,
incrédulo.
-Rocío.
Comienzo a negar con la
cabeza. Y me acerco a él.
-¿Recuerdas cuando me
dijiste que no me debía dejar pisotear? –me acerco tanto que casi toco sus
labios- Pues eso estoy haciendo. No dejarme pisotear.
Me alejo de él, pero no
dejo de mirarle a los ojos.
-¿Todo fue mentira? –me
atrevo a preguntar, temblorosa.
Me da miedo la
respuesta. Dylan ha sido el chico al que más he querido, y dejarlo así…
¡Rocío! ¡No lo dejas así
como así! ¡Lleva un mes con otra chica!
Noto como niego sola con
la cabeza, hablándome a mí misma.
-No.-responde después de
haber tragado- Admito que te he querido mucho, y que aun siento algo por ti
pero…
-¿Por qué no
cortaste?-le interrumpo.
-Porque aun te quiero.
Pero Maryse me está enamorando poco a…
-No empieces a hablar de
ella.-abro la puerta de los pasillos.
Entro en la habitación
donde se encuentran todos. Formando un círculo, están jugando a un extraño
juego, Pruebas Trabalenguadas.
-Ya podéis salir.-digo
como si nada hubiera pasado.
-¡Ganamos! –Mayka y
Andrea comienzan a tirar hacia el techo sus cartas de pruebas superadas.
-No vale, nosotras
podíamos conseguir hacer el pino.-Cristi señala algún lugar de la carta,
mientras Silvia sonríe.
Noto como Dylan se
coloca a mi espalda. Pero no me toca.
-Chicos vámonos ya.-dice
Dylan con poco entusiasmo.
-¿Qué te pasa? –Louis
ayuda a Mayka a recoger los billetes.
Miro hacia atrás,
quedando a centímetros de los labios de Dylan. El también me mira, fijamente a
los ojos.
-Ya no hay pareja.-se
limita a decir mientras aparto la mirada.
Todos se nos quedan
mirando. Serios y sin saber que decir.
-¿Os cuento un poema?
Laura aparece a nuestra
espalda, seguida de Harry y Zayn. No espera respuesta, y mientras coloca el
papel bien alto, comienza a leer.
-Tres tristes tigres,
según Harry, comen pan en la panadería y juegan a los Bakugan en el portal
según Zayn.-nos mira a todos. Y posa su mirada en mi- Sí, admito que no he
cogido el mejor equipo.
-¡Ehh! –dicen ambos
chicos a su espalda.
-¿Quién dice cosas raras
sobre tigres? –le pregunta Harry mientras se ríe.
-Yo no…William
Shakespeare.
-Sí, seguro que él.